En el recorrido que cualquier turista hace por Argentina, no
puede faltar la ciudad de Puerto Madryn.
Esta ciudad está situada en la provincia del Chubut y fue
fundada en el año 1865 por emigrantes galeses llegados en el velero Mimosa.
Considero que la manera más cómoda y rápida de llegar hasta
ella desde Buenos Aires es el avión; además, también creo que es la más segura,
porque por esa zona las carreteras no son muy buenas y predomina, sobre todo,
las de ripio; que son mejores que una carretera de monte, pero son caminos que
están llenos de piedras pequeñas; de hecho, y como curiosidad, casi todos los
autobuses tienen la luna delantera rajada debido al impacto de alguna de estas
chinas. Por este motivo, creo que esas “carreteras” solamente son aptas para
expertos o para gente que esté muy acostumbrada a viajar por ellas.
Puerto Madryn es una ciudad eminentemente industrial; su
principal industria está basada en el sector del aluminio; pero el turismo
contribuye en gran medida a aumentar su riqueza, ya que, se encuentra muy cerca
de Península Valdés.
¿Qué podemos hacer en esta península?
Lo primero que debemos hacer es dirigirnos hacia Puerto
Pirámides; ese es el punto de partida para el “Avistaje de ballenas”.
Te montas en un barco que está varado en la arena de la
playa y mediante un curioso sistema empujado por un tractor, introducen el
barco en el mar y ……… a navegar.
A mi me pareció bastante chocante, era la primera vez que
veía algo así y me resultó bastante ingenioso, cómodo y práctico para el
turista porque de esa manera no se moja.
Una vez que llegas al lugar donde se encuentran las
ballenas, la vista es increíble, te parece un lugar mágico, en el que puedes
ver a las ballenas australes (las únicas en el mundo que expulsan el aire en forma de V) en su hábitat natural. La sensación de paz que te
invade es indescriptible; no tiene precio.
UNA ADVERTENCIA: los que os mareáis en barco lo pasaréis mal
porque cuando se detiene para contemplar las ballenas, se balancea de una forma
exagerada.
Al día siguiente tenéis que ir hasta la pingüinera de Punta
Tombo.
Como os imaginaréis lo que se ve allí son pingüinos; y no
pocos precisamente, porque hay censados más de dos millones de pingüinos de
Magallanes. Miréis donde miréis, no haréis otra cosa que ver pingüinos.
Me pareció algo asombroso; además, todos nos imaginamos a
estos animales viviendo sobre el hielo. Pues aquí nada más lejos de la
realidad, viven en una llanura y hacen sus nidos cavando agujeros en el suelo. Este hecho me
sorprendió en gran manera porque nunca había pensado que los pingüinos pudieran
vivir en ese hábitat.
Están acostumbrados a la presencia del hombre, con lo que os
podréis hacer fotos con ellos a menos de un metro de distancia.
Y para completar la visita a es ta zona también pudimos ver unos leones marinos, quedándonos sorprendidos de la diversidad de la fauna.
Yo creo que es una zona ideal para pasar un día de una
manera diferente y difícilmente igualable en otra zona del planeta.
Ya de vuelta a Puerto Madryn, podréis disfrutar de la
gastronomía de la ciudad en alguno de sus muchos bares y restaurantes.
Para el turista europeo el cambio euro – peso es muy
favorable, por lo que comer en cualquiera de ellos será muy barato.
Lo negativo que le veo a esta ciudad, es que todos los días
hace viento, lo que hace que en ocasiones resulte desagradable pasear por ella,
pero me imagino que sus habitantes ya estarán acostumbrados.
Es un lugar que hay que visitar por las numerosas
oportunidades de ocio que nos ofrece.
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